ANTONIO BUERO VALLEJO; UNA VIDA DEDICADA AL TEATRO
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Antonio Buero Vallejo, dramaturgo |
Renovador del teatro junto a otras
dos figuras como son Miguel Mihura y Alfonso Sastre -autor del que hablamos en
la anterior edición de El arte de Talía-,
después de la Guerra Civil española. Polemizó
con Sastre sobre el papel del teatro durante la Dictadura, siendo partidario
Buero Vallejo de utilizar todas las posibilidades que la censura franquista
daba, aún siendo escasas, para poder escribir teatro y representarlo, cuestión
que Sastre rechazaba por considerarla una forma de claudicación y eligió la
actitud más radical, lo que le impidió poder representar muchas de sus obras y
tener problemas políticos.
Aunque sus estudios le llevaban hacia la
pintura, pues estudió en la Escuela de Bellas Artes de Madrid, le atraía
también el arte escénico. Fue combatiente del lado republicano y cuando
finalizó la guerra fue condenado a muerte, aunque la pena le fue conmutada por
la de cadena perpetua y permaneció en la cárcel desde 1939 hasta 1946, acusado
de "adhesión a la rebelión". Conoció en prisión a Miguel Hernández
con el que inició una fuerte amistad que mantuvo hasta la muerte del poeta.
Cuando
fue liberado comenzó a colaborar en diversas revistas como dibujante y como
autor de pequeñas obras teatrales, pero su salto a la fama no le llegó hasta
1949, año en el que obtuvo el premio Lope de Vega por su obra Historia de una escalera.
También en la década de los 50 en escribió y estrenó en España y en el
extranjero obras que son importantes en su producción teatral como La
tejedora de sueños, La señal que se espera, Casi
un cuento de hadas, Madrugada, Hoy
es fiesta o Un
soñador para un pueblo.
Otros títulos emblemáticos en su
obra son En la ardiente oscuridad (1950), llevada al cine y dirigida por
Daniel Tinayre, en 1959; El concierto de San Ovidio (1962); El
tragaluz (1967) que se mantuvo en cartel casi nueve meses; Diálogo
secreto (1984); Lázaro en el laberinto (1986); Música cercana
(1989), y otros muchos títulos hasta llegar a la treintena de obras.
Aunque tuvo problemas de distinta
índole con la censura franquista, en los
años 60 estrena otros títulos como El concierto de San Ovidio, Aventura
en lo gris, o Las Meninas, en cuyo
estreno, ocurrido en 1960, obtiene un clamoroso éxito que marcó un hito en su
carrera. Además, escribe versiones de obras
de Shakespeare como son Hamlet, príncipe de Dinamarca,
y otra de Bertolt Brecht, Madre Coraje y sus hijos.
En la década de los 70, ya
instaurada la democracia en España,
sigue estrenando obras entre las que destacan: Jueces en la noche, Caimán y Diálogo secreto, además de su versión de
El pato silvestre, de Henrik
Ibsen, en 1982.
Además de su éxito en el teatro,
también cultiva su otra pasión: la pintura. Publica su obra Estampas, en la que
aparecen pinturas y textos inéditos del autor. Publica su última
obra, Misión al pueblo
desierto, en 1997, obra que
fue estrenada en Madrid dos años después.
Su carrera se vio jalonada de éxitos
y reconocimientos: ingresa en la Real Academia Española en 1971 y poco después
es nombrado socio de honor del Círculo de Bellas Artes y del Ateneo de Madrid. Es
nombrado presidente de honor de la Fundación Fomento del Teatro en 1998.
También es miembro de diversas
academias, comités y sociedades de América, Portugal, Alemania y Francia.
En 1986 recibe del Premio Miguel de
Cervantes por toda su trayectoria literaria como colofón a toda una vida
dedicada al teatro.